
Sí
Somos la generación del gigante derruido
desmoronado
Inmenso que nadaba
en el agua cristalina
sin darse cuenta que poco a poco
se desmenuzaba
y las manos, las anchas espaldas,
los ombligos
flotaban por si solos
hacia la boca del río
Somos la generación del gigante
que al salir del agua
no sé dio cuenta que le faltaban las manos
los dedos
los ojos
Lo que llegó a la orilla
a secarse con el sol
fue tan sólo el amasijo de carne más interno
el estomago hipócrita
el insensato intestino
porque la piel se desmenuzo toda en el agua
Unos trozos
de epidermis
se quedaron
en pequeñas escuelas
de a 30 pesos la hora
y otros se fueron a meserear
en la frontera
y a escribir en servilletas
hermosos panfletos políticos
Algunas orejas
se atascaron en la tablaroca
de las oficinas
Ágiles y tibios
varios dedos
se perdieron en escuelitas rurales
en casas de henequén tejido.
Otros somos simplemente
los ojos
que decidieron ahogarse
en el agua
turquesa
de la juventud
no ver nunca más allá
y regocijarse
con bibliotecas que no saben de salarios
ni de préstamos
Ojos que se engañan
con la luminosidad de trabajos pagados por hora
y tardes vacías
Otros más, somos los labios
que flotando
cruzaron el charco
y se volvieron
lentamente
los sumos de arena
de otra costa.
Somos la generación del gigante
que mientras se bañaba en el agua
no vio a la lepra lamerle el lomo.
Y lo que llegó a la playa,
a secarse bajo el sol
fue tan sólo un amasijo de carne
informe.