martes, 29 de julio de 2014

Lepra

Somos la generación de la lepra



Somos la generación del gigante derruido

desmoronado

Inmenso que nadaba

en el agua cristalina

sin darse cuenta que poco a poco

se desmenuzaba

y las manos, las anchas espaldas,

los ombligos

flotaban por si solos

hacia la boca del río


Somos la generación del gigante

que al salir del agua

no sé dio cuenta que le faltaban las manos

los dedos

los ojos


Lo que llegó a la orilla

a secarse con el sol

fue tan sólo el amasijo de carne más interno

el estomago hipócrita

el insensato intestino

porque la piel se desmenuzo toda en el agua

Unos trozos

de epidermis

se quedaron

en pequeñas escuelas

de a 30 pesos la hora

y otros se fueron a meserear

en la frontera

y a escribir en servilletas

hermosos panfletos políticos


Algunas orejas

se atascaron en la tablaroca

de las oficinas

Ágiles y tibios

varios dedos

se perdieron en escuelitas rurales


en casas de henequén tejido.


Otros somos simplemente

los ojos

que decidieron ahogarse

en el agua

turquesa

de la juventud

no ver nunca más allá

y regocijarse

con bibliotecas que no saben de salarios

ni de préstamos

Ojos que se engañan

con la luminosidad de trabajos pagados por hora

y tardes vacías


Otros más, somos los labios

que flotando

cruzaron el charco

y se volvieron

lentamente

los sumos de arena

de otra costa.


Somos la generación del gigante

que mientras se bañaba en el agua

no vio a la lepra lamerle el lomo.


Y lo que llegó a la playa,

a secarse bajo el sol

fue tan sólo un amasijo de carne

informe.

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