A Naim J.
Cuando primero grité tu nombre, tres cabezas oscuras se asomaron por las ventanas del almujar. Después, ví como la ventana de tu balcón intentó abrirse con problemas, jaloneandose un poquito. Yo sé exactamente los papeles, las zapatos de cuero, la ropa (y su color)... Los libros que, dentro del cuarto, esparcidos por el piso, te impedían abrir el balcón y saludarme.
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