jueves, 24 de abril de 2014

Poetas

Existen los que se quedan adentro.

Tampoco es difícil,

es cuestión de mucha paciencia

de jalarle el humo a los cigarrillos

hasta el fondo

para que aparezca el rojo del fuego

que pa'pronto se convierte en ceniza.


Los que nos fuimos

somos los traidores,

los envidiados,

acaso,

que se llenaron

los ojos de mundo.

Los olvidados también,

los desconocidos

que no esperaron su turno.




viernes, 18 de abril de 2014

No sé nos acabó el amor, se nos acabó la paciencia, que es casi lo mismo...
Tampoco sé porque se nos acabó el amor, amor mío,

Quizás nuestro amor era,

como esa arena que uno aprieta en el puño

para acarrear de un lado a otro de la playa.

Si lo haces rápido,

la arena se mezclará con toda la mar

y sentirás toda su grandeza.

Si  tardas demasiado,

al contrario,

llegas a la meta

con las palmas vacías.


La bella Rusia


La Rusia de los bellos cielos. 

Fuí hasta el borde del mundo, 


de nuestro mundo imaginable, 

y me quede allí unos meses, 

a vagar entre los locos

que viajan al borde del mundo. 

***


Los cielos 

más rojos, 

más terribles, 

más dolientes, 

aquellos que abrían, 

bárbaros la boca, 

aquellos que en lugar de boca

tenían mil y un ojos rojos

aquellos que duraban horas

cayendo

mezclandose

hasta perder toda su grandeza

y ser interminablemente sobrios

como copas vacías.

Los  de  Rusia. 



jueves, 17 de abril de 2014

Pastèque II






Nunca veré una sandía bañada en el agua de una fuente. La soñaré acaso, la soñaré mil y un veces y en cada sueño me comeré un pedazo.









Pastèque


Aprendí la palabra "Pastèque" un día de marzo del 2013 entre el 15 y el 30 de Marzo. La aprendí con la pura imaginación, al escuchar a un hombre rubio describir, deliciosamente, un pedazo de su infancia; de una infancia común y compartida con cada uno de sus compatriotas, de una infancia que se vuelve más dulce, más roja, a cada día más que avanza la guerra. 


Nunca veré una sandía  enfríandose en el centro de 
una fuente tallada en piedra.

Y eso, señores, es triste. 





J.Rojas