viernes, 18 de abril de 2014

No sé nos acabó el amor, se nos acabó la paciencia, que es casi lo mismo...
Tampoco sé porque se nos acabó el amor, amor mío,

Quizás nuestro amor era,

como esa arena que uno aprieta en el puño

para acarrear de un lado a otro de la playa.

Si lo haces rápido,

la arena se mezclará con toda la mar

y sentirás toda su grandeza.

Si  tardas demasiado,

al contrario,

llegas a la meta

con las palmas vacías.


La bella Rusia


La Rusia de los bellos cielos. 

Fuí hasta el borde del mundo, 


de nuestro mundo imaginable, 

y me quede allí unos meses, 

a vagar entre los locos

que viajan al borde del mundo. 

***


Los cielos 

más rojos, 

más terribles, 

más dolientes, 

aquellos que abrían, 

bárbaros la boca, 

aquellos que en lugar de boca

tenían mil y un ojos rojos

aquellos que duraban horas

cayendo

mezclandose

hasta perder toda su grandeza

y ser interminablemente sobrios

como copas vacías.

Los  de  Rusia. 



jueves, 17 de abril de 2014

Pastèque II






Nunca veré una sandía bañada en el agua de una fuente. La soñaré acaso, la soñaré mil y un veces y en cada sueño me comeré un pedazo.









Pastèque


Aprendí la palabra "Pastèque" un día de marzo del 2013 entre el 15 y el 30 de Marzo. La aprendí con la pura imaginación, al escuchar a un hombre rubio describir, deliciosamente, un pedazo de su infancia; de una infancia común y compartida con cada uno de sus compatriotas, de una infancia que se vuelve más dulce, más roja, a cada día más que avanza la guerra. 


Nunca veré una sandía  enfríandose en el centro de 
una fuente tallada en piedra.

Y eso, señores, es triste. 





J.Rojas

Engaño

Te hubiera agradecido lo dijeras.

Que a tí también te esperaba alguien.

No me hubiera replegado,

amor de un día,

te hubiera abrazo,

aún más complice.



Hubieramos sido

amantes más perfectos

sabiendo que

sinceros frente a frente

a alguien más

ambos mentíamos.


El ezan

El ezan de la madrugada le daba miedo cuando tenía cinco años, me confesó él.

Imaginé un cuarto profundamente azul.

Lo imaginé a él, con el rostro que tendrá alguno de mis hijos, con las púpilas abiertas y luminosas como hatos de luz. Imagine su miedo y su rostro suave.



Afuera Polifemo canta. Afuera canta el gigante de dios, y en el hogar, el niño que aún no tengo teme.