martes, 15 de abril de 2014

Bandera pirata

Con trabajo amarre la bandera pirata a la rejilla blanca del balcón de un cuarto (¿cuarto, tercer, quinto piso?) de la Maison du Maroc. Le dije: -J’ai mis ton drapeau, donc, nous sommes de pirates maintenant-.
Pero fuimos piratas dos segundos. Con su voz de agua, de palangana de madera que deja caer el agua, con su voz color palo de pino, Naim me dijo que la bandera pirata le daba mala suerte, dijo algo como “non, non, s’il te plait, tu peux l’enveler”. 
Y entonces, tuve miedo que la bandera nos diera mala suerte, que le diera mala suerte a él, y la quite y la deje colgando. Así, como estaba antes de que yo llegara.

Fuimos piratas dos segundos, y con eso nos basto para tener la mala suerte del tesoro pérdido.

Pero él, él fue pirata antes: con quién y cómo, no lo sé, no sé por qué la bandera le provocó mala suerte, tanta que él mismo supiera que en la mar de cosas desperdigadas por el piso de su cuarto era la bandera la que traia el malheur.

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