El muezín le canta a sus muertos,
padre,
así como te canto yo ahora.
En esta ciudad,
donde alguna vez
Pablo arrastró las sandalias,
los musulmanes le cantan a sus muertos
desde el alto del alminar.
El canto que se cuela por la ventana de la cocina,
me dice que alguien,
en algún lugar cercano,
a muerto.
Quizás en el edificio de enfrente,
quizás un padre,
¿otro padre?
(No. No hay otro que tú,
padre mío).
Desayunamos con el lamento del muerto,
y a todos se nos aprieta el corazón,
de miedo de saber que un día
el muecín cantará a uno de los nuestros
y a todos se nos abre el corazón
de saber
que cuando eso pase
no lloraremos en silencio
apretados contra la pared
de azulejos fríos de una funeraria,
lloraremos en lo alto del minaret
y llorará el muecín con nosotros
y con él la ciudad
y lloraremos todos,
aunque sea un instante
entre el chai del desayuno.
Así debí de haberte cantado yo
padre,
cuando moriste
subir a lo más alto de una torre
y cantarte
tan alto
tan recio
que todos supieran que moriste.
Que todas las ventanas de todas las cosas
colarán mi tristeza entre sus vidrios.
padre,
así como te canto yo ahora.
En esta ciudad,
donde alguna vez
Pablo arrastró las sandalias,
los musulmanes le cantan a sus muertos
desde el alto del alminar.
El canto que se cuela por la ventana de la cocina,
me dice que alguien,
en algún lugar cercano,
a muerto.
Quizás en el edificio de enfrente,
quizás un padre,
¿otro padre?
(No. No hay otro que tú,
padre mío).
Desayunamos con el lamento del muerto,
y a todos se nos aprieta el corazón,
de miedo de saber que un día
el muecín cantará a uno de los nuestros
y a todos se nos abre el corazón
de saber
que cuando eso pase
no lloraremos en silencio
apretados contra la pared
de azulejos fríos de una funeraria,
lloraremos en lo alto del minaret
y llorará el muecín con nosotros
y con él la ciudad
y lloraremos todos,
aunque sea un instante
entre el chai del desayuno.
Así debí de haberte cantado yo
padre,
cuando moriste
subir a lo más alto de una torre
y cantarte
tan alto
tan recio
que todos supieran que moriste.
Que todas las ventanas de todas las cosas
colarán mi tristeza entre sus vidrios.
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